Dónde está la playa argentina en la que se puede avistar ballenas gratis desde la costa
Es un enclave natural único de la Patagonia y es ideal visitarlo entre junio y octubre.
En la Argentina hay una playa única por su belleza natural en la que se pueden ver ballenas gratis desde la costa: está ubicada en la provincia de Chubut y el momento del año idea para visitarla es entre junio y octubre, cuando la temporada de ballenas se encuentra en su mejor momento.
Se trata de la Playa El Doradillo, que fue elegida como una de las mejores 100 del mundo y que es uno de los mejores lugares para ver de cerca las rutinas de cortejo nacimientos y cómo las ballenas madres les enseñan a nadar a sus crías de una punta a la otra de la playa. De acceso libre y gratuito, es un espectáculo único en el mundo que se recomienda maridar con unos mates y una canasta de picnic.
El avistaje costero es una experiencia totalmente diferente y complementaria a los avistajes embarcados que se ofrecen en Puerto Pirámides, el único pueblo dentro de la reserva natural Península Valdés. En lanchas, gomones y catamaranes, estas excursiones se extienden una hora y media aproximadamente, se pueden realizar durante el día o bajo la luz del atardecer, y son acompañadas por guías de naturaleza con muchísimo conocimiento en la materia, expertos en divisar ballenas a lo lejos.
El Área Natural Protegida (ANP) El Doradillo, ubicada dentro del tejido de Puerto Madryn, fue creada por su Municipio en 2001. Dos años más tarde, se elaboró su Plan de Manejo que establece acciones para conservar su biodiversidad y sus recursos naturales, educar y brindar servicios y equipamiento para el uso público de sus visitantes.
Un tesoro natural de la Patagonia
Esta zona costera, que se extiende desde Punta Arco hasta Cerro Prismático, abarca una franja de 25 kilómetros de largo y 3 kilómetros de ancho en la costa del Golfo Nuevo, con una superficie total de 75 kilómetros cuadrados, siendo Playa Las Canteras el lugar privilegiado para observar ballenas francas desde la costa desde junio hasta octubre.
El Doradillo protege el ecosistema costero patagónico, hogar de diversas especies como guanacos, ñandúes, zorros, maras y aves marinas. La particular fisonomía de sus costas permite la observación de cetáceos a solo unos metros de distancia, brindando la oportunidad de admirar la majestuosidad de estos gigantes marinos, sus movimientos, los típicos soplidos en forma de V al respirar, los golpes de aleta y de cola, y las madres navegando con sus crías en paralelo a la costa.
Llegar a El Doradillo desde el centro de la ciudad es sencillo. Se debe manejar en dirección norte, tomar la ruta 1 hasta la rotonda y tomar ruta 2 hacia Península Valdés hasta encontrar el acceso (norte) para seguir hacia la costa por la ruta 42. El camino incluye un tramo de ripio en buen estado y bien señalizado. No hay transporte público directo, pero es fácil llegar con agencias de turismo, taxis, remis o alquilar un auto.
El Doradillo ha sido clasificada como la playa número 51 entre las mejores del mundo, según el prestigioso "Premio Playa Dorada 2024" de BeachAtlas. Este reconocimiento subraya no solo su belleza escénica, sino también su importancia cultural y su valor para la comunidad local.
Flora y fauna diversificada
Además de las ballenas, la reserva natural alberga una flora y fauna diversificada. La vegetación baja arbustiva, con más de 15 especies diferentes de plantas, predomina en este terreno salitroso. Hay cientos de especies de aves y pequeños animales como el zorrino, el peludo, el hurón y el cuis chico.
Caminatas interpretativas y buenas prácticas ambientales
El Doradillo recibe continuamente la visita de medios de prensa locales, provinciales y nacionales, con la responsabilidad de difundir este maravilloso lugar de manera seria.
Se realizan caminatas interpretativas para hablar sobre la flora y la humilde fauna esteparia que siempre conmueve, y se promueven buenas prácticas ambientales. Se destaca la importancia de no dejar residuos, de no utilizar la vegetación local para hacer fuego, de cuidar los médanos y las playas, de respetar los senderos y de proteger un lugar tan frágil como el desierto patagónico, donde la huella humana deja rápidamente su impronta. NA.